Galicia es una tierra mágica que deja un poco de sí misma en cada producto de su amplia despensa. Los vientos del Atlántico y el Cantábrico se encuentran en esta zona de mitos y leyendas que vive con el corazón dividido entre un pasado rural de gente recia y un nuevo rumbo hacia el futuro como punto de referencia en la geografía española.
Es una de las comunidades autónomas españolas que más ha exportado españoles al mundo y con ello su larga tradición culinaria y de sabores tan particulares. Su capital es la ciudad de Santiago de Compostela y está formada por las provincias de La Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra, que se componen de 313 municipios agrupados en 53 comarcas.
El albariño es la estrella de la bodega gallega. Una uva que por muchos años estuvo en las sombras y que gracias a muchos estudios y análisis se pudo descubrir su potencial. Alrededor de la década del 50 se comenzó a explotar con más fuerza, según datos del consejo regulador de la Denominación de Origen de Rías Baixas.
“El nombre albariño proviene de la palabra gallega ‘albar’ que significa ‘blanco’. El sufijo ‘iño’ denota procedencia galleguiña o de Galicia”.
Actualmente es el vino blanco con mayor producción de la zona de Rías Baixas y un referente gallego en el mundo vinícola. Exactamente el 30 de abril de 1984 se aprueba el reglamento de la Denominación de Origen Específica del Albariño y se da paso a la creación de su consejo regulador.
Pero, ¿qué hace a esta uva tan especial y a este vino tan memorable? Varios viticultores consultados cuentan que la particularidad de la geografía de las Rías Baixas, con su intrincado sistema de valles y montañas conjugadas con un borde costero que desemboca en el Atlántico, se fusionan en un microclima muy singular. Ese es el terroir que hace única esta tierra, aseguran.
La permeabilidad de sus suelos permite que acumulen la humedad necesaria. Las intensas y largas temporadas de lluvias cada año le terminan de imprimir al terreno gallego ese toque secreto para sus cultivos.
Notas de cata: mágico y chispeante
Este vino de entrada llega al paladar con personalidad imponente, seco a primer sorbo y con un postgusto frutal persistente. Su juventud lo hace ligero, aromático con notas predominantes de manzana verde, melocotón blanquillo y flores. De tonos dorados con destellos verdes suaves es atractivo a la vista.
Sin embargo, la cepa que se cría en zonas más calurosas produce caldos con toques de albaricoque, lima, madreselva, toronja, pera, melón verde, cera o miel de abejas y cierta salinidad marina.
Su maridaje ideal es con frutos del mar típicos de la costa gallega, como el pulpo, la zamburiña o las ostras. Va muy bien con pasabocas, sushi y arroces cremosos, y si se toma a una temperatura entre los 10 y 12 grados sabe a Galicia.
El albariño en cifras
1.2 kilos de uva se necesitan aproximadamente para producir una botella de 75 centilitros de vino Albariño.
2 son los sistemas de cultivo que se usan para estas siembras: emparrado y espaldera.
3 es la posición en el ranking de variedades con DO que más comercializa botellas en los canales de alimentación y hostelería en España.
4to lugar en las DO españolas con ventas en el mercado.
6 son los meses que transcurren entre la etapa de brote de las uvas y la llegada de la vendimia para la posterior elaboración del vino.
179 es el número actual de bodegas adscritas a la Denominación de Origen.
42 millones de kilos de uva albariño se cosecharon en el año 2023.
Héctor Galbán